Animales espaciales (Ética y evolución)

 

Los modernos viajes espaciales generan la posibilidad de que en un futuro se establezcan colonias humanas en otros planetas rocosos.

Dado que las condiciones pueden diferir bastante de las terrestres: tamaño, gravedad, distancia al Sol, cantidad y tipos de satélites naturales, atmósfera, es posible que sean seleccionados aquellos que puedan adecuarse, física y psicológicamente. Desde los predispuestos genéticamente a la osteoporosis, hasta los que tienen fobia a viajar.

Eso, traducido a lenguaje darwiniano, significa una presión selectiva, artificial en este caso, como en la domesticación, dado que hay una intencionalidad. Así ocurrió naturalmente con la deriva de Pangea. Luego de algunas generaciones, tendrían rasgos tan parecidos entre sí y tan distintos de sus primos terrícolas, que serían merecedores de algún nombre taxonómico propio, así como hacemos con los osos polares por vivir en el polo norte o con el Homo floresiensis por haber vivido en la Isla de Flores de Indonesia. Estos podrían ser llamados "Homo extraterrensis".

¿Qué es la Selección Natural?

Consideremos que todavía el tribalismo humano, heredado de nuestros antepasados africanos, no haya sido erradicado, como sucede actualmente con el patriotismo, la xenofobia y el chauvinismo, y genere una rivalidad organizada contra sus primos emigrantes extraterrestres. Con una desigualdad armamentística a favor de los autóctonos (los que se quedaron), podrían someter fácilmente a los alóctonos (los que se fueron) aún cuando sean superados ampliamente en cantidad. Persiguiendo y exterminando a los de algunos planetas y estableciendo regímenes imperialistas en otros, como los de la colonización europea de América.

Por suerte, todo esto se trata de meras elucubraciones futuristas. Quizás nunca sucedan todos esos acontecimientos o alguno siquiera, o no en el orden propuesto. Lamentablemente, no todo es imaginación. No se trata de otros planetas ni del futuro, pero sí se trata de víctimas que nos superan ampliamente en cantidad, que tampoco pueden defenderse por sí solas, son animales sintientes también, pero no los de nuestra especie, sino de otras.

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