Huellas que pueden borrarse



A veces me preguntan por qué no apoyo algunas actividades animalistas en calle o por qué no me invento alguna y salgo a difundirla por ahí. Otros no preguntan sino que directamente me acusan de mediocre y/o creído por no apoyar o salir a levantar la bandera vegana.

Puedo comprender a los que acusan, pero no estar de acuerdo. Considero que es preocupante que un sector del movimiento de liberación animal piense de esa manera. Seguramente son gente con mucho sentido de la justicia y una alta empatía, pero debemos recordar que de buenas intenciones está lleno el mundo y lo que debemos perseguir son los buenos resultados.

Parece que muchos piensan que "todo suma" pero esa idea no se la lleva muy bien con el mundo real.

Si pensamos en el tema de los alimentos de origen animal que generan muchísimo sufrimiento a raíz de su demanda, podemos tomar nota sobre cómo se encuentra el mundo en cuanto a eso. Un dato al que podemos acceder fácilmente y sin necesidad de ser precisos, es el de más o menos qué porcentaje de la población actúa directamente para aliviar ese sufrimiento por medio del boicot. ¿Se han puesto a pensar en cuántos restaurantes veganos hay por cada restaurante no vegano en su ciudad o país?

Claramente la respuesta puede llegar a lo deprimente. Pero eso ya lo esperábamos y no es de mucha ayuda caer en la depresión. Reflexionemos un poco.

Es muy común que los participantes en el movimiento vegano piensen, no solo que el ser humano es lo peor que ha existido, sino también que somos pura maldad. Pero la realidad es más compleja, no solo "pecamos" por ignorancia sino por los tantos conflictos internos por los que pasamos todo el tiempo. Somos muy inteligentes pero nuestra inteligencia tiene límites y formas de funcionar que a veces no son muy generosas con el razonamiento que algunos buscamos.

Piensen en este caso: Tienen dos hamburguesas para ofrecerle a las personas. Una tiene queso, carne y otros ingredientes que generan mucho sufrimiento en su obtención. Es deliciosa. La otra tiene ingredientes que no generaron nada de sufrimiento o muy poco e irrelevante (de esos que no sería práctico buscar evitar).

Ambas aportan nutricionalmente lo mismo, cuestan lo mismo y saben a lo mismo. ¿Creen que la mayoría de personas optaría por la opción que genera mucho sufrimiento, cuando sabemos que su principal interés es comer? Sean honestos.

Pueden haber personas con problemas que elegirían la primera opción. Pero no son representativas. Nos movemos no solo por reciprocidad sino también por empatía y razón. Quien piense que somos así de malos, debería presentar pruebas. Pero, incluso si las tuviera, ¿Tenemos otra opción que no sea tratar de entenderlo y cambiarlo?

La razón por la que no le hago tanta fuerza a algunas actividades es que, por un lado, suelen exigir a su pública reflexión y cambio inmediato sobre temas que requieren de mucha información, por lo cual me parece absurdo quejarse de que no les hagan caso. Y por otro lado, las reacciones son obvias si antes de realizar dichas actividades, conoces el mundo al que te enfrentas, por lo que podemos creer que quienes todavía apoyan campañas que no tienen mucho exito y que son bastante rechazadas, están ignorando aspectos importantes: la publicidad de las grandes industrias causantes de sufrimiento animal evitable, su antigüedad y la de las costumbres que las mantienen, lo agradable que resulta el consumo de esos alimentos (carnes, huevos o lácteos, para los consumidores, claro) y la ausencia o mínima presencia de alternativas a esos alimentos, que los igualen. Todos esos puntos y más, son los factores determinantes del mundo en que vivimos.

Deberíamos pensar que si algunas cosas fueran tan fáciles de lograr, ya las habríamos logrado. Y entonces dejar de fingir que es así y enfocarnos en cómo facilitar el acceso a productos y servicios más respetuosos con los seres sintientes.

Ser tan ingenuos puede llevarnos a perder recursos, confianza del público y tiempo. Y eso es justamente lo que menos tenemos. Sufren y mueren más de 5.000 animales por segundo y tal vez no nos estamos comportando como si realmente nos importara.

Personalmente, durante los años que llevo informándome e informando a otros y discutiendo sobre el respeto que merecen otros seres sintientes, me he topado con muchísima gente y como es de esperarse, no todos son como los pintan muchos veganos (tontos que buscan excusas y ridiculizarte). Mucha gente se ha preocupado, me ha apoyado y felicitado y ha hecho el intento de cambiar sus hábitos porque no soporta la idea de que estemos tan calmados frente a semejante daño que generamos a diario.

Algunas de esas personas, no solo lo han intentado, sino que han logrado conservar una vida que busca generar el menor malestar posible. Algunos estudian mucho el tema y buscan cómo maximizar esas buenas cosas que hacemos los humanos. Pero no todo es así, otros se rinden a causa de las cosas ya mencionadas del mundo en que vivimos, y otros, ni siquiera lo intentan. En esos momentos es donde menos deberíamos buscar excusas y juzgarlos. Si la estadística nos dice que a casi nadie le importa esto, entonces tenemos la responsabilidad de hacer que importe, trabajando de otra manera.

Quedarnos con la misma postura y el mismo actuar, va a hacer que creamos estar dando pasos hacia un mejor mundo para los animales, pero puede no siempre ser así, o puede que por los tantos obstáculos, las huellas de esos pasos se borren y todo el esfuerzo parezca nunca haber existido. A veces no son los argumentos correctos, o el momento correcto o la persona correcta. Muchos de los que leen esto, seguramente también han tenido un montón de conversaciones sobre ética animal con gente que no está muy relacionada con el tema. ¿Se imaginan si hubiésemos tenido en cada conversación los argumentos precisos, o la atención total del otro o alternativas suficientes para ofrecer para que tomaran una decisión seria que pudiera durar para siempre?

Puede que en 5 o 10 años sea más fácil hablar de sufrimiento y empatía y lograr cambios en la filosofía de los demás. Mi intención con este artículo no es que demos todo para después, sino que empecemos a notar algo que nos pide atención a gritos: Preparar el terreno. Eso incluye que sepamos más al respecto, que haya más gente estudiando el tema, que haya concienciación y nuevos datos importante para la ética animal, que haya más alternativas y que sepamos bien porqué debemos ayudar a esos animales, entre otras cosas.

Si tenemos en cuenta todo eso, podemos entender que no es necesario (y que incluso puede ser peor) pedirle a cuanta persona nos cruzamos que se haga "vegana". Tomarnos el trabajo de entender bien el tema que tratamos, hará que tomemos mejores decisiones y tengamos las analogías y argumentos correctos para que cada persona a la que queremos persuadir, pueda razonar correctamente y tomar decisiones a conciencia, es decir, a partir de buena información y sin presiones.

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